A seis años de su creación (2016), la Política de Ingreso a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ha demostrado su efectividad, al poner orden en el proceso de matriculación a la Máxima Casa de Estudios del Estado y haber arrebatado a ña Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL) y a otros el control que ejercían para presionar por espacios en las carreras nicolaitas, lo cual no estaba exento de corrupción y manipulación en perjuicio de los jóvenes.
Si bien ya había en el 2009 el antecedente de blindaje y control a la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas “Dr. Ignacio Chávez” que -para garantizar que sus egresados fueran aceptados en los campos clínicos del sector Salud- debía acreditarse y ello llevaba implícito poner freno al ingreso masivo y desordenado, era necesario lograr devolver la rectoría en el control de matriculación a la UMSNH.

Para nadie es un secreto que desde organizaciones externas se gestionaba, a cambio de pesos, él ingreso a la Universidad Michoacana. Entidades como la Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL) implementaban, a través del Movimiento de Aspirantes Rechazados (MAR), todo un mecanismo alterno para dar matrículas a cientos de jóvenes que debían realizar aportaciones económicas o bien quedar bajo la manipulación de la Coordinadora en los albergues estudiantiles.
La CUL y otros organismos marcaban la pauta para -al margen del procedimiento oficial- incorporar a cientos de jóvenes a las carreras que deseaban, hubiesen hecho o no el examen correspondiente. La Coordinadora presentaba sus “listas” y las autoridad debía ceder, so riesgo de sufrir tomas y cierres de Ciudad Universitaria las cuales se prolongaban por varios días.

“La toma” de cada año retrasaba el inicio de clases cada ciclo. Esa era una constante, mientras que los gobiernos en turno debían entregar recursos económicos a la CUL y vehículos para que salieran a la “promoción” de la convocatoria; acudían a Estados como Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Estado de México y municipios de Michoacán para ofrecer matrícula, espacio donde vivir y una beca, para incorporarse a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
La situación era aprovechada por otros grupos para a la par de la CUL, incorporar a la matrícula universitaria a decenas de jóvenes. Desde áreas gubernamentales se aprovechaba el movimiento para alcanzar los lugares que se obtenían como símbolo de poder y de que la autoridad universitaria debía doblarse a la voluntad externa.
Bastaba la tarjeta de recomendación del funcionario, diputado o personaje de la política en turno para alcanzarse el objetivo; en el proceso de incluía a los sindicatos universitarios que aprovechaban la situación para hacer su labor y tener el control en albergues como la casa “Isaac Arriaga” ubicado en el ex convento de San Agustín, tradicional reducto del SUEUM.

A nivel nacional avanzaba el modelo de reconocimientos de calidad a través a procesos de acreditación de las carreras ante organismos evaluadores externos, que obligaban a demostrar que se aplica un proceso de eficiencia transparencia desde el ingreso mismo y ese era uno de los puntos frágiles de la UMSNH. Hubo durante muchos años resistencia a esos procesos, a sabiendas de que desde el ingreso mismo se incumplía.
Medicina, el primer paso
El primer gran paso se dio en Medicina. La matrícula excesiva y sin control en el ingreso, impedía se pudiera alcanzar la acreditación, por lo que se tuvo que tomar la decisión. Se fijó cómo como tope la aceptación de 475 lugares para estudiantes con estudios en Michoacán y 50 para los llamados foráneos.
No fue sencillo. La administración de la entonces rectora Silvia Figueroa Zamudio tuvo que tomar la decisión y blindar el ingreso con la imposición del examen CENEVAL para impedir que manos internas tuvieran intervención, a efecto de garantizar la imparcialidad y transparencia, lo que sentó las bases para que la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas “Dr. Ignacio Chávez”, lograra, después de intentos fallidos, su acreditación.
Otras carreras
La necesidad de lograr que el resto de las carreras alcanzaran y/o consolidaran sus procesos de acreditación, para devolver a la Universidad Michoacana la rectoría en sus procesos internos de ingreso e impedir la manipulación y chantaje de organizaciones como la CUL y otras, obligó a la Casa de Hidalgo a instrumentar la estrategia que de manera definitiva marcara una nueva pauta en la asignatura.
Fue en el año 2016 cuando la institución lanzó la denominada Política de Ingreso que, aprobada por el Honorable Consejo Universitario, por primera vez definía los lugares que ofrece cada una de las carreras, advirtiendo que bajo ninguna circunstancia se daría cabida a ningún estudiante que no se ciñera al mecanismo instrumentando única y exclusivamente por la Dirección de Control Escolar, a través de la convocatoria de ingreso.
Organizaciones como la Coordinadora de Universitarios en Lucha tomaron con desdén la nueva disposición y al grito de “educación prometo, al hijo del obrero”, como lo hacían cada año, instalaron el Movimiento de Aspirantes y Rechazados que reaccionó con encono cuando se rechazaron sus listas de “ingreso extraordinario”.
Alentados por todo tipo de grupos “defensores de la educación pública” la CUL y su brazo violento el MAR se lanzaron a la toma de instalaciones universitarias. Desde áreas de gobierno se alentó la toma; se entregaban alimentos, dinero en efectivo y hasta bebidas embriagantes para mantener la toma y golpear a la administración del rector Medardo Serna González por su “osadía” de rechazar recomendados aún cuando éstos vinieran de altos funcionarios que no perdonarían la “afrenta”.

Hasta el dirigente de un partido político se ofreció a intervenir para acabar la toma a cambio de “lugares en Medicina”, lo cual fue rechazado.
En varias ocasiones cuando estaba a punto de alcanzarse el acuerdo con alguna de las partes de la CUL que se había fragmentado, casualmente se hacían correr versiones a través de “comunicadores” que hablaban de enfrentamientos inexistentes al interior de Ciudad Universitaria y de que se “golpeaba” a paristas para provocar que moradores de albergues estudiantiles llegaran al recinto a fortalecer la toma y echar abajo la posibilidad de solución.
Fueron largos dos meses y seis días de toma donde como parte final se vivió extrema violencia cuando tras recuperarse el edificio de Rectoría, el grupo radical de la CUL amagó con quemar el inmueble para provocar daño a quienes durante la madrugada resguardaban el espacio. Fue una noche de auténtico terror donde la CUL dejó constancia de cuánto le le afectaba perder un coto de poder corporativo y económico.
El Consejo Universitario acordó expulsar a siete estudiantes identificados como instigadores de la violencia y de rechazar cualquier intento de acuerdo, al rechazar públicamente los llamados de la autoridad universal, lo cual quedó documentado debidamente y hasta con la fe de un notario público.

Diputados de aquel tiempo y funcionarios de gobierno se sintieron ofendidos cuando se rechazaron sus recomendaciones, por lo que se instrumentó una estrategia de ataque a la institución nicolaita por varios frentes. Reporteros que elaboraban notas o difundían las tarjetas previamente elaboradas, podían pasar por 500, mil o 2 mil pesos a un domicilio de la colonia Vasco de Quiroga, donde se entregaba el emolumento luego de mostrar el escrito publicado, aunque fuera en el Facebook.
La autoridad universitaria se mantuvo firme en su decisión pese a que desde el Ejecutivo y el Legislativo se lanzaban ataques a la administración nicolaita que tuvo que soportar todo tipo de ataques por haber optado por poner orden a un proceso viciado y que dejaba buenas ganancias económicas para unos cuantos y que alimentaba los cuadros de activismo para organismos gubernamentales y políticos, a través de los albergues estudiantiles, donde con honrosas excepciones de jóvenes realmente dedicados al estudio y a la preparación profesional, se da sustento a elementos dedicados únicamente a prestar servicios de grilla y golpeteo.

En más de tres ocasiones hubo enfrentamientos entre propios estudiantes nicolaitas divididos en dos bandos: los que querían clases y los que peleaban por el ingreso irregular a la UMSNH. Hasta organizados indígenas fueron llevadas a los espacios universitarios para evitar la recuperación de los edificios tomados.
EXAUM
A la par de la aplicación de examen CENEVAL para el área de la Salud, la Universidad Michoacana creó la prueba EXAUM, instrumento para la evaluación de los aspirantes al resto de las carreras, con el que se da orden y transparencia al proceso de ingreso.
La instauración de tales procesos, creados con profesionalismos desde la Secretaría Académica, permitieron que la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo fuera certificada con la norma ISO 9001-2015, tras demostrarse que se siguen y cumplen parámetros de calidad en lo que a ingreso se refiere.

Son ya seis años de instrumentación de la Política de Ingreso y desde el 2016 ya no ha habido tomas relacionadas con la incorporación de nuevos alumnos a las carreras de la UMSNH. Incluso, el orden y el conocimiento de los espacios disponibles en cada carrera, ha permitido se lance una segunda convocatoria para los casos donde aún hay cupo en determinada carrera.
La Universidad Michoacana se hizo respetar y dio orden a su proceso de ingreso. Nadie que no haya realizado los trámites correspondientes y aprobado el examen de ingreso, puede ingresar a la misma y cómo debe ocurrir en toda institución que se precie de respetarse a sí misma.

La CUL deja entrever la disminución de moradores en los albergues que controla, pues a no ingresar jóvenes a la UMSNH por la vía irregular, su “poder” ha disminuido enormemente, condición a la que se ha sumado la entrega de apoyos ya no en “paquete” a los líderes, sino bajo la rigurosa comprobación de que se trata de estudiantes regulares.






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